jueves, 2 de septiembre de 2010

ROUSSEAU, PESTALOZZI Y FRÖEBEL

ROUSSEAU

Rousseau nació en Ginebra el 28 de junio de 1712. El padre, Isaac Rousseau, se encargó personalmente de su primera instrucción. Tan pronto como el pequeño Juan Jacobo pudo leer le puso en las manos muchos libros. Su padre tuvo que huir de Ginebra al herir a un hombre, entregó a su hijo en casa de parientes. Todo marchaba bien hasta que las dificultades económicas obligaron a Juan Jacobo a interrumpir su permanencia en la campiña, donde hacía privadamente los primeros estudios regulares, para volver a Ginebra donde entró en un taller como aprendiz de grabador.

En 1740, a los 28 años de edad, Rousseau se dirigió a Lyon, en calidad de preceptor, y luego a París, donde conoció a Diderot Condillac y muchos otros enciclopedistas. Colaboró en la Enciclopedia redactando artículos sobre música y trabaja como secretario de familias nobles. Tiene una relación son una joven costurera, Teresa Levasseur con quien se caso y tuvo cinco hijos.

De regreso a Francia, rompió relaciones con los enciclopedistas y en aquella huraña soledad nacen sus obras maestras: La nueva Eloísa, El contrato social, Emilio. La primera se publica con extraordinario éxito en 1761, las otras dos aparecen al año siguiente. Pero la publicación del Emilio provoca la intervención del poder judicial por la heterodoxia de la “Profesión de fe del Vicario saboyano”.

ROUSSEAU Y LA ILUSTRACIÓN

Rousseau es el hombre de las paradojas. En él más que en ningún otro se inspiraban los protagonistas del Terror, sobre todo en Robespierre. Pero realmente Rousseau cambió de raíz el metro de la Ilustración: para él ya no es la razón el criterio supremo, sino el sentimiento. La clave del pensamiento de Rousseau es, pues, como decíamos, la coincidencia entre felicidad individual y felicidad general. Sin embargo, esta coincidencia no es algo dado, es algo que debe conquistarse.

La  Centralidad del Problema Educativo

Rousseau es perfectamente consciente de no haber ofrecido soluciones, sino más bien de haber planteado problemas. Es un hombre que declara de sí mismo “En cualquier cosa, lo que no hago con placer acabo muy pronto por no poder hacerlo en absoluto”, he aquí el comentario del Dr. Ruíz al decir que el que trabaje como docente y no se sienta docente que mejor renuncie.

Individuo y Sociedad

Rousseau en el El Contrato Social dice, “Encontrar una forma que defienda y proteja con toda la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado y por medio de la cual cada uno, al unirse a los demás, no obedezca más que a sí mismo y quede tan libre como antes”, es decir, que transformemos la libertad natural, en una libertad cívica.

A esto le llamo moralidad y, al mismo tiempo, vida espiritual del hombre, pues sólo en el estado social “sus facultades se ejercitan y desarrollan, sus ideas se extienden, sus sentimientos se ennoblecen, su alma entera se eleva a tal punto que, el hombre debería bendecir constantemente el instante que le hizo abandonarla para siempre y que, de un animal estúpido y limitado, hizo un ser inteligente y un hombre”. Para que, “cada uno al darse a todos, no se da a ninguna persona en particular”, y entre en convivencia social sin sacrificar nada de su libertad.

Rousseau, concluye que, ¿cómo es posible educar al individuo para que piense en términos democráticos? Entre la educación del hombre y la del ciudadano existe un contraste grave, declara al principio del Emilio. No debe entenderse que ambas educaciones son por principio inconciliables, pero es difícil imaginar y representarse una educación cívica que no “desnaturalice” la personalidad. No se puede educar fuera de la sociedad para la sociedad.

Educación Natural y Educación Negativa

En el Emilio, Rousseau, distingue tres tipos de educación: la educación de la naturaleza, la educación de las cosas y la educación de los hombres. La educación de los hombres se descarta porque es imposible de controlar y, se opone a la naturaleza. Esta exclusión es un aspecto esencial de la educación negativa que Rousseau denomina también método inactivo. Para Rousseau la regla más importante, más útil y más grande de cualquier educación “no es ganar tiempo, sino perderlo”. El método inactivo es posible porque en la intimidad del niño existe un principio activo. Este desplegarse de fuerzas activas es la educación natural.

El Naturalismo Eudomonista

El hombre tiende hacia la propia felicidad. Esta tendencia puede degenerar en “amor propio”. Por otra parte, del “amor a sí mismo” derivan también los sentimientos más puros y las disposiciones morales más altas, a través esencialmente del sentimiento de piedad, que no es otra cosa que, identificarse con el prójimo y sentir sus propios sufrimientos. El eudemonismo de Rousseau es quizás el más importante y constante de sus criterios educativos. En Rousseau se distingue entre el motivo eudemonista y el utilitarista. El eudemonismo persigue la plenitud de la satisfacción presente. Nada de tareas abstractas, nada de excesivas preocupaciones por el futuro; mejor será poner todo el empeño posible para que el niño disfrute de su niñez, sin dejarse llevar del necio prejuicio según el cual, de esa forma, dedicaría sus primero años “a no hacer nada”.

PESTALOZZI

Pedagogo suizo - alemán nacido en Zurich, al morir su padre, fue educado por su madre con el apoyo de Babeli (sirvienta), por la que sentía una profunda y tierna gratitud, manifestándola en su obra el Canto del cisne. Ingresó en el Collegium humanitatis, curso estudios universitarios de teología y jurisprudencia. Las ideas de Bodmer (de quien fue discípulo) y Breitinger. Pestalozzi gozaba de un temperamento que lo impulso a entusiasmarse por lo humanístico y por proyectos de reformas jurídicas y sociales.

Se dedicó a formular proyectos de reforma agraria; el experimento lo llevó a terrenos áridos del colindante cantón de Argovia, no queriendo renunciar al aspecto filantrópico, abrió en 1775, un instituto para niños pobres donde se les enseñaba hilandería y tejeduría. Años más tarde fracaso, aludiendo a ser un fracaso pedagógico por haber intentado introducir prematuramente a los niños al trabajo productivo.

A sus treinta y cuatro años de edad, decidió emprender el vuelo como escritor, logrando redactar casi toda la novela de Leonardo y Gertrudis (1781), en su primer intento; Leonardo y Gertrudis es una novela pedagógica de carácter popular, en la que describe la vida de una aldea donde la miseria, la ignorancia y la influencia corrupta de Hummel hacen abandonar a los humildes la senda del bien; pero, Gertrudis, emprende, la más apasionada de las luchas por reconquistar al marido Leonardo, extraviado por Hummel y restituido al trabajo y a la familia. Pestalozzi, escribió también, reflexiones de temas ético-religiosos en Vigilia de un solitario en 1780; así mismo abordó temas jurídico-sociales en Legislación e infanticidio.

Intento llevar hacía la cima el desarrollo un método de educación elemental capaz de radicar sólidamente en el espíritu infantil los primeros elementos del saber, en forma natural e intuitiva. Los principios de este método los formuló en el libro Cómo Gertrudis enseña a sus hijos, que consiste en 24 cartas sobre la instrucción elemental.

Naturaleza, sociedad, moralidad

El moralismo de Pestalozzi se desarrolló independientemente de las formulaciones kantianas, empezando a manifestarse en el Diario de 1774. En este escrito ocupa aún el primer plano el eudemonismo de Rousseau, pero se advierte ya una insistencia pragmática en los deberes sociales y en una progresiva adquisición del hábito del esfuerzo: “no hay aprendizaje que valga nada si desanima o roba la alegría”. El problema consiste en reunir la libertad de la naturaleza con la autoridad del deber.

El niño, como el hombre, quiere el bien para él mismo. Todo aquello que despierta en él fuerzas, que le hacen decir: yo puedo, él lo quiere. Este querer se suscita con los cuidados que se le disipan y con las fuerzas que despierta y estimulan en él esos cuidados. Pestalozzi, partiendo desde un punto de vista agustiniano las identifica como las fuerzas del corazón, de la mente y de la mano. Son para Pestalozzi, sentimiento, intelecto y gusto constructivo práctico.

La educación ético-religiosa

Goza de una especie de procedencia ideal y temporal; es tarea de los progenitores atender de ella desde los primeros momentos de vida del niño. Para Pestalozzi, entre el amor de los padres y la fe religiosa existe una continuidad plena.

La educación intelectual y la intuición

El sujeto, al captar la forma del objeto, distingue sus partes y su número, y asocia la experiencia nueva a un sonido articulado o nombre. Forma, número y nombre son para Pestalozzi los elementos de la intuición. El concepto pestalozziano de intuición tiene una función, que en el plano pedagógico se aproxima a la síntesis a priori kantiana desempeña en el plano cognoscitivo.

La educación del arte

La tendencia a la actividad implícita en todos los niños, los impulsa a realizar por sí solos y con sus propias manos, trabajos cuya naturaleza esencial han comprendido. Esta educación artística en sentido puramente artesanal o de trabajo manuales puede encauzarse más adelante hacia manifestaciones estéticas, de manera análoga a lo que ha ocurrido con las diversas artes en el arco de su revolución histórica.

FRÖBEL

Nació en Oberweissbach, Turingia, el 21 de abril de 1782. La infancia fue melancólica, vivió con su tío, donde asistió a la escuela municipal, y después en calidad de aprendiz forestal, llegando con esto a amar la naturaleza. Posteriormente, habiendo llegado a la Universidad, consiguió que le dejaran asistir primero como oyente y luego como estudiante a los cursos de ciencias, filosofía, arquitectura y mineralogía; a la muerte de su progenitor, desempeño varios oficios como los de agrimensor y secretario-administrador.

En 1805, decidió dedicarse a la arquitectura y se trasladó a Francofort. Ahí, encontró empleo como maestro, donde se le reveló su verdadera vocación: sería educador. Estudio el método pestalozziano. En 1810 regreso a Francofort, y al año siguiente continuó sus estudios universitarios para profundizar en las ciencias naturales y del lenguaje. En 1813, participó en la guerra, donde conoció a sus colaboradores principales. En 1816 se le ofreció la oportunidad de educar a sus sobrinos en su ciudad natal. Era la ocasión que esperaba para organizar un instituto educativo. El plantel creció hasta reunir sesenta alumnos. Mientras tanto, Fröbel se preocupó de aclarar y organizar sus ideas pedagógicas que expuso ampliamente en el volumen titulado La educación del hombre, del año de 1826. Fröbel, dejo todo al cuidado de su esposa y sus amigos, se dirigió a Suiza, se ocupo de cursos de perfeccionamiento para maestros y dirigió un orfanatorio en el mismo castillo donde Pestalozzi había realizado uno de sus experimentos educativos.

En 1839 abrió una institución educativa propiamente para niños de edad preescolar que al año sucesivo bautizó con el nombre de Jardín general alemán del niño. 1848 fue el año triunfal para Fröbel; las asociaciones liberales de maestros adoptaron la idea de la educación preescolar.

Su inspiración filosófica y moral

La Base de su pedagogía es, la intuición de la profunda unidad de lo real. Encontramos en él una insistencia análoga y simultánea en ciertos temas nacionales y universalistas, y se advierte en general una amorosa preocupación por todos los seres de la naturaleza, junto con una religiosa admiración por el orden universal, entendido como un orden dinámico al que es posible contribuir activamente.

El juego es la libre actividad que se convierte en conquistas de destreza y conocimiento. Jugando el niño entra en relación concreta con el mundo, realiza plenamente algunos de esos enlaces con la naturaleza que expresan la divina unidad de lo real.

El juego educativo y los regalos

Tuvo la sabia necesidad de estimular eficazmente la tendencia a la actividad del niño.
La serie completa de sus regalos resultó a fin de cuentas constituida de la siguiente manera:

  • una pelota de tela
  •  una esfera, un cubo y un cilindro de madera
  • un cubo descomponible en 8 cubos
  •  un cubo descomponible en 8 paralelepípedos
  • un cubo descomponible en 27 cubos
  • un cubo descomponible en 27 paralelepípedos
Atribuía a sus regalos especiales significados simbólicos.

Por otra parte, la concepción sobre el juego infantil era el mejor correctivo contra el riesgo de caer en una rutina obligada, del feliz desenvolvimiento de la actividad jubilosa del juego, ni ninguna actividad educativa debe ser obligatoria ni coactivos.

El trabajo y la educación moral

La finalidad natural del juego es el trabajo. “Dios crea y obra ininterrumpidamente… Dios creó al hombre, copia de Él mismo; Por eso el hombre debe crear y obrar a semejanza de Dios”. Los jardines de infancia deben disponer de un terreno, un jardín, dividido en dos partes; una dividida en pequeñas parcelas individuales que cada niño cuidará por sí solo y otra se destinará al trabajo colectivo. Por tanto, el niño, desde que aparece en la tierra, desde su nacimiento debe ser comprendido de acuerdo con su naturaleza, debe ser tratado con justicia y puesto en el libre y pleno ejercicio de sus fuerzas.

1 comentario:

  1. Que onda Juan: es interesante observar como muchos de los principales autores de la educación, pedagogía, o psicología proponen mejorar el trato e imagen que se tienen acerca de los niños, sin embargo es aun mas sorprendente darse cuenta que muchos de ellos propusieron sus grandes obras sin aplicarlas o mejorar el trato con sus hijos llegando al extremo de regalarlos....señorita Laura son unos desgraciaos!!!!!! jajaja. nos vemos el fin.

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